Sólo hazlo


El tema sugerido para el mes de septiembre de los Centros para la Vida Espiritual se trata de la fe. Y el tema para la última semana del mes es “Sólo hazlo”.

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Cuando la fe nos inspira, nos sentimos llamados a realizar algún tipo de acción. Podría ser la oración, la asistencia spiritual, el servicio a la comunidad u otra acción creativa. El hecho es que cuando bloqueamos, impedimos y estamos fuera del flujo de la fe, nos estancamos en vez de florecer y prosperar.  La fe sin obras está muerta. La fe con obras de amor, servicio y verdad ¡es vida! 

 Y, no siempre sabremos exactamente qué hacer… 
Y, las acciones que tomamos no siempre resultarán perfectamente.. 
Y, podríamos sentirnos en conflicto o inseguros cuando actuamos 
 Y aún así, debemos actuar. 

 Es como aquella vez cuando estaba en mis veintes y trabajaba en una cafetería naturista como mesero y le serví a una mujer con parálisis cerebral. Ella pensaba que la ensalada de piña que había pedido se serviría de una manera fácil de comer, no servida en media piña balanceada precariamente en un plato vacío. Se resbalaba en el plato y no pudo controlarlo con su única mano buena. Al tratar de almorzar, disparó pasas y lechuga por toda la mesa y en la cafetería se percibía un silencio cada vez más incómodo. Yo no sabía qué hacer, pero jamás iba a volver a ser ese joven de 19 años paralizado de miedo que fue testigo de la brutalidad en un tren y no hizo nada. En ese momento, no había ninguna amenaza de violencia si yo no hiciera nada. Sin embargo, para mí, la situación representaba un hito de valentía. No sabía qué hacer, así es que me senté incómodamente a su lado y le pregunté si necesitaba ayuda. Ella asintió y lo interpreté como ayudarle a comer. Agarré la cuchara con ese alivio que viene de poder hacer algo para ayudar y le empecé a ofrecer bocadillos de la deliciosa ensalada de piña, lo cual resultó ser exactamente lo que ella no deseaba. Ella quería que le envolviera la comida para llevar y necesitaba tiempo adicional para explicarme la ayuda que necesitaba. Pero yo andaba con demasiada prisa para sentirme mejor. Eventualmente, pudo decir “para”. Me enrojecí con la comprensión de lo que había pasado. Yo había empeorado las cosas drásticamente. Entonces fue su momento de brillar; tomó mi mano con la suya, logró darme una sonrisa que suavizó el momento y hasta calmó todos sus músculos rebeldes para que le obedecieran su voluntad. “Está bien”. Su bondad me envolvió, y los dos lloramos. 

 Tal vez tiene que ver con la voluntad para actuar y preocuparse aún cuando estoy vacío, aún cuando no sé la mejor y más elegante manera de expresarlo, tal vez es la intención de ser amable y de tener fe en la amabilidad, aun cuando no estoy alegre o en control de mis pensamientos o emociones. No importa de lo que se trate para ti, llega el momento en que tú y yo solo tenemos que hacerlo. 

 Mis bendiciones,
Edward Viljoen, Líder espiritual
Centros para la Vida Espiritual


¿Tienes fe o la fe te tiene a ti?


Durante el mes de septiembre, en los Centros para la Vida Espiritual estamos hablando de la fe, y en esta tercera semana la pregunta es : ¿Tienes fe o la fe te tiene a ti? Se trata de clarificar contigo lo que significa la fe. 

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Aquí hay algunas ideas que podrían ayudar. En primer lugar, la fe no es lo mismo que negociar, mendigar, manipular o suplicar. Es una certeza tranquila de que todo está bien aún cuando estamos experimentando situaciones angustiantes. La fe no es lo mismo que la superstición - no requiere ceremonias ni rituales. Más bien se profundiza al confiar en la naturaleza de la Divinidad. Confiar en lo que es. La fe no es estática, requiere práctica para tener una certeza tranquila, especialmente durante los momentos donde las cosas van bien, para que cuando no anden bien, tengamos construido una fortaleza de fe. ¿Puedo responderle al mundo con amor y compasión en los tiempos buenos y en los tiempos desafiantes? ¿Puedo dejarme llevar confiadamente cuando las cosas están bien y cuando no están tan bien? 

 En 1912, Christian Larson escribió una promesa que comenzó con las palabras “Prométete a ti mismo”. Se conoce ahora como el “Credo del Optimista”. Dice así: Prométete a ti mismo ser tan fuerte que nada pueda perturbar tu paz mental. Hablar de salud, felicidad y prosperidad a cada persona que conozcas. Hacer que tus amigos sientan que hay algo valioso en ellos. Mirar el lado positivo de todo y que tu optimismo se haga realidad. Pensar únicamente en lo mejor, trabajar únicamente para lo mejor y esperar únicamente lo mejor. Ser tan entusiasta del éxito de los demás como lo eres del tuyo . Olvidar los errores del pasado y avanzar hacia los mayores logros del futuro. Tener una expresión alegre en cada momento y dar una sonrisa a cada criatura viva con la que te encuentres. Dedicar tanto tiempo a mejorarte a ti mismo que no tengas tiempo para criticar a los demás. Ser demasiado grande para preocuparte, muy noble para enfadarte, muy fuerte ante el miedo y muy feliz para permitir la presencia de problemas.* 

 Optimist International lo usa como el credo de su organización. El credo original continúa por dos oraciones más: Pensar bien de ti mismo y proclamar este hecho al mundo, no gritándolo con palabras sino demostrándolo con grandes obras. Vivir con la fe de que el mundo entero está de tu lado siempre que seas fiel a lo mejor que hay en ti. 

Esta es una tarea difícil, y para muchos, parece fuera de nuestro alcance. Sin embargo, si ese fuera el precio de admisión para una vida de integridad, libertad y felicidad, ¿estarías dispuesto a pagarlo? 

Mis bendiciones,
Re. Edward Viljoen, Líder espiritual
Centros para la Vida Espiritual





El escepticismo, la duda y la fe


El escepticismo, la duda y la fe

En el mes de septiembre estamos hablando de la fe, y el tema de esta semana es el escepticismo, la duda y la fe.

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Mi abuela siempre tenía fe de que todo iba a salir bien. Ahora me doy cuenta de que requirió mucha fortaleza de su parte proclamar su fe cuando la vida la contradecía frecuentemente. Ella, sin embargo, declaraba con firmeza que esperaba el bien, y de ahí esperaba a que las cosas se resolvieran de manera positiva. Yo dudaba sinceramente de que ella tuviera razón, y sin embargo… la tenía.

Un observador tal vez no podría saber cuál era su religión, pero sí podría ver que tenía fe en algo: una rectitud elegante con el mundo. Yo admiraba su expectativa del bien, pero no siempre la compartía. Arriesgarse para creer en algo sin comprobación me parecía imprudente. Recuerdo aprender en las clases bíblicas que la fe es lo qué nos hace íntegros. Recuerdo que los maestros repetían las palabras que Jesús le dijo al centurión, “Así como has creído, te sea hecho”, como si esas palabras fueran reconfortantes.

Pero las palabras de Jesús no me dieron la confianza que le dieron al centurión, más bien me angustiaban. Me preocupaba que la fe significara poder creer en algo completamente imposible.

Por un lado, me sentía como Alicia en el País de las Maravillas, cuando protestó ante la Reina Blanca, “No vale la pena intentarlo… uno no puede creer en las cosas imposibles”.

Por otro lado, quería creerle a la Reina y me sentí animado cuando ella le contestó: “Me atrevo a decir que no has tenido mucha práctica. Cuando yo tenía tu edad, siempre lo hacía media hora al día. Muchas veces creía en hasta seis cosas imposibles antes del desayuno”. Quizás la fe era una cuestión de práctica y yo podría aprender a ampliar los límites de lo que pensaba que era posible o probable prestando atención y notando las muchas veces que, como dijo mi abuela, las cosas salieron bien al final.

Una buena dosis de cuestionamiento es una gran herramienta para desarrollar una comprensión más amplia de lo que creemos y sabemos. Y una buena dosis de imaginación también es una gran herramienta para ampliar los horizontes.

Espero explorar la fe contigo este mes.

Mis bendiciones,

Rev. Edward Viljoen,
Líder espiritual, Centros para la Vida Espiritual


Una cuestión de fe



Aquí hay una historia que creo que ilustra la fe perfectamente. Un equilibrista le demuestra a un grupo de espectadores que puede caminar a lo largo de una cuerda tendida a través de un cañón. Cuando regresa, le pregunta a los espectadores, “¿Creen que puedo caminar a lo largo de una cuerda?” “Sí”, le contestaron. Luego toma una carretilla y camina a lo largo de la cuerda, empujándola con cuidado al otro lado y de regreso. Cuando regresa, le pregunta al público encantado, “¿Creen que puedo caminar a lo largo de la cuerda mientras empujo la carretilla delante de mí?” “Sí”, le contestaron con entusiasmo cada vez mayor. Entonces mete a un amigo en la carretilla, y ante el asombro y la excitación de la multitud, lo transporta sin percances hasta el otro lado del cañón y lo trae de regreso a lo largo de la cuerda. El funámbulo le pregunta a la multitud, “¿Ahora a quién le gustaría meterse en la carretilla y permitirme que lo lleve al otro lado?” Nadie le contestó.

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Se han contado variaciones de esta historia para ilustrar la diferencia entre la creencia y la fe. Es una buena historia para este propósito, porque aunque yo podría haber visto a un funámbulo completar el viaje varias veces a través del cañón, hay una brecha entre mi observación y mi experiencia de la situación. Es esta brecha la que es tan fascinante. Es la brecha a la cual se refiere la gente cuando dice que se va ” por las ramas”. No puedo saber si voy a poder atravesar sin percances como el pasajero previo en la carretilla. Ésa es la brecha.

Creo que es saludable y sensato ser honesto acerca del elemento de lo desconocido. Podría decidir meterme en las carretillas de la vida, y al tomar esa decisión, podría estar temblando. Si me meto a la carretilla no estaré confiando en un Dios regional y primitivo, con preferencias personales, vengativo y celoso para que todo salga bien. No.

Si me caigo, no es porque la vida me ha rechazado o por qué era malo o porque no tenía fe. Si me caigo, es porque a veces la gente se cae. Hay un riesgo. Yo confío en la bondad de las personas que me ayudan a levantarme cuando me caigo. No confío en un Dios que es como un superintendente vigilando las cosas con un favoritismo aleatorio.

En todo caso, pienso en la Divinidad como la inteligencia que unifica a toda la existencia. La considero como el Todo que está presente en todas partes, en mí y en todas las personas. Estoy aprendiendo a ser más consciente de ello e inspirarme en ello para saber cuándo meterme en una carretilla y cuándo no. Tener ese tipo de relación requiere una conexión profunda.El Consejo de practicantes de los Centros para la Vida Espiritual nos recuerdan que el doctor Martin Luther King Junior dijo que “La fe es tomar el primer paso aún cuando no veas toda la escalera”, y que Khalil Gibran dijo, “La fe es un conocimiento dentro del corazón más allá de la pruebas”.Espero explorar la fe contigo este mes.

Bendiciones,
Re. Edward Viljoen
Líder espiritual, Centros para la Vida Espiritual


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