1.
Deja de ver demasiada televisión. Hay tanta basura en la televisión y tantos anuncios que nos hacen desperdiciar nuestro valioso tiempo. Tengo amigos que me cuentan que se relajan frente al televisor como una manera de descomprimir después de un día estresante en el trabajo. Por supuesto, estoy comprometido con mis programas favoritos y no dejo de verlos. Sin embargo, si te sientes cansado, vulnerable, abrumado y estresado, lo mejor que puedes hacer es no mirar la televisión. En cambio, puedes salir a caminar —una caminata tranquila, lenta, a cualquier hora del día o de la tarde, sin preocuparte del las condiciones meteorológicas, (por supuesto, ¡ponte un impermeable si está lloviendo!) es mucho mejor que mirar la tele para relajar y revitalizar un alma cansada.
2. Deja de privarte de un tiempo tranquilo durante tu día para la reflexión.
Hay infinitas razones por las cuales las personas me dicen que no pueden encontrar el tiempo para sentarse en silencio. Si no quieres estar en quietud o silencio, vas a encontrar razones concretas para justificarlo y no quiero tratar de convencerte. Yo no conozco tu vida ni tu horario lo suficiente como para determinar cómo podrías encontrar el tiempo para sentarte tranquilo durante 15 minutos. Así es que deja de hacerlo. Deja de privarte de una de las prácticas más nutritivas que conozco. Siéntate. Solo siéntate. 15 minutos al día, a primera hora de la mañana si es posible. Te alegrarás de haberlo hecho.
3. Deja de depender exclusivamente de tu propio consejo.
Otra manera de decir lo mismo es esta: deja de no escuchar a los demás. Deja de no tener ninguna forma de que la sabiduría encuentre su camino en tu mente. Deja de depender de ti mismo y permítete beneficiarte de los consejos sabios (y hasta de los no tan sabios) de las personas que te rodean, los expertos en sus campos, los modelos de conducta y otras personas que te quieren. En su lugar, acostúmbrate a preguntar a los demás qué piensan y cuáles son sus ideas. No tienes que aceptar su consejo y sus opiniones, pero encontrarás que tu mundo se expande y que crece tu sentido de comunidad. Definitivamente, estarás haciendo algo que puede contribuir al sentimiento de felicidad: conectándote con otras personas.
4. Deja de criticarte a ti mismo cuando cometes un error.
Si acostumbras a hablarte a ti mismo de manera autodestructiva y cruel porque consideras que lo que dices es privado, ¡te reto a que dejes de hacerlo! Imagínate que durante una semana todo lo que te dices a ti mismo se transcribe instantáneamente y se imprime por encima de tu cabeza para que todo el mundo lo vea. ¿Estarías dispuesto a mostrar el contenido de tu diálogo interior al mundo? Si eres una de las personas que no dudaría en decir “sí”, enhorabuena! Para todos los demás, acepta el desafío de ser un poco más amable, un poco más amistoso y a tratarte a ti mismo de una manera indulgente y simpática.
5. Deja de tratar de cambiar a las demás personas.
Las expectativas no cumplidas son una fuente importante de decepción e infelicidad, incluso de ira. Podemos evitar mucha infelicidad al ajustar las expectativas que tenemos de los demás. No estoy diciendo que las personas no deben cumplir con sus acuerdos o que no deberían comportarse de manera ética, ¡Tienen que hacerlo! Pero el problema es que no lo hacen. Así son las cosas, las personas son personas. Ajustar tus expectativas no quiere decir que no debes tener normas para ti mismo. Tampoco quiere decir que tengas que sufrir sin protestar o estar sujeto a repetidos acuerdos incumplidos. Aun así, puede significar que tengas una vida más amable e incluso más feliz cuando aceptas que los demás son seres humanos y los tratas con un espíritu de generosidad y amabilidad.
6. Deja de esconderte detrás del dicho “yo soy así”.
Algunas personas dicen la verdad sin pensar en cómo será recibida. “Solo estoy diciendo mi verdad,” anuncian, y con esa afirmación, se alejan de toda responsabilidad por la estela emocional que dejan tras de sí. Algunas personas hacen lo mismo con su personalidad o preferencias. “Yo soy así", y con esa afirmación declaran que sus elecciones están fuera de control. En el momento de decirlo, pueden experimentar una especie de emoción convenciéndose a sí mismos que es la libertad, pero al final, el impacto que produce en las personas que los rodean empieza a hacer mella en las relaciones. Y cuando las relaciones se ven afectadas, la felicidad huye.
7. Deja de menospreciar a los demás.
Lo sé, es difícil ser tan astuto y ver los defectos de los demás con tanta claridad. ¡Pero no eres el único! Todos vemos los defectos de los demás con gran nitidez. Sorprendentemente, podemos hacerlo y, sin embargo, a muchos de nosotros nos cuesta ver exactamente los mismos errores en nosotros mismos. En realidad, es gracioso. Tanto si tienes razón como si te equivocas con las personas, intenta no menospreciarlas durante una semana. Comienza por abstenerte de utilizar un lenguaje despectivo, y luego avanza hacia un nivel de habilidad más alto para abstenerte de utilizar un pensamiento despectivo sobre otras personas. Sé que tu mente se va a volver loca con el problema de qué hacer con toda esa pesadez en la que quiere meterse, pero me estoy quedando sin palabras aquí, así que dejaré que tú lo resuelvas.
8. Deja de desear un pasado mejor.
¡Como si pudiéramos hacer algo para cambiar nuestro pasado! No podemos. ¿O si? Alguien compartió esta idea conmigo, cambiamos nuestro pasado cuando aceptamos nuestro presente. Tuve que pensarlo. Me ayudó tremendamente a dejar ir las cosas y estar presente en este momento. Descubrí que estaba invirtiendo muchos recursos mentales y emocionales repensándolo mientras deseaba que hubiera sido mejor. Qué ráfaga de felicidad dejé entrar en mi vida cuando aterricé de forma más sólida en el momento presente con el mismo peso, altura, riqueza y sabiduría que tengo ahora. Para saborearlo y pasar a algo más.
9. Deja de aferrarte con demasiada fuerza.
Un amigo una vez me dijo que yo era un Klingon. Utilizaba a los guerreros ficticios de Star Trek, ya que su nombre sonaba a algo que yo hacía. Me aferraba a todo y a todos. Aunque nos reímos de la astucia cursi de la frase, nunca olvidé el título. Empecé a observar el efecto decreciente de la felicidad cuando me aferraba demasiado a personas, opiniones, objetos y resultados. Al soltar, o para ser más preciso, al dejar ser activamente, la felicidad empezó a brillar en un lugar de mi vida que antes estaba demasiado ocupado: mi mente.
10. Deja de quejarte.
Quejarse tiene una energía poderosa; no es brillante y alegre; es pegajosa y desagradable. Hay un momento en el que una persona debe defenderse, y hay momentos en los que hay que atender a las injusticias; y cuando no se han cumplido los acuerdos, hay que ocuparse de ello. No obstante, te reto a que experimentes con la idea de que siempre hay una forma más agradable de decir lo que tienes que decir y de pedir lo que tienes que pedir.
¿Quieres ser más feliz? Haz tu propia lista de las cosas que puedes dejar de hacer como lo hice yo. Esta es la mía. No espero que todos sientan igual que yo; esto lo escribe para mí. ¡Te desafío a realizar tu propia lista y a que defiendas tu felicidad!
Después de terminar tu lista de las cosas que ya no vas a hacer, ¿qué tal una lista de diez cosas que puedes hacer?
¡Lo pienso hacer!
Rev. Edward Viljoen, Líder espiritual
Centros para la Vida Espiritual
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