El mundo está hambriento de tu regalo de gratitud

 


Cuando miro hacia atrás los dos últimos años, tengo una sensación de asombro y admiración por lo que ha ocurrido en mi vida personal, la vida comunitaria de nuestro movimiento, nuestra nación y nuestro mundo. No todo ha sido maravilloso, y no todo ha sido fácil. No todo ha ido conveniente. Si hubiese sabido de antemano lo que serían algunas de estas experiencias, tal vez no lo hubiese deseado. Al vivir algunos de estos acontecimientos, no sentí necesariamente gratitud, aprecio o asombro. Al contrario, experimenté lucha, resistencia y confusión. 

 No obstante, lo que también es cierto es que en todo momento había algo o alguien hermoso, servicial e inspirador en cada paso del camino, sin querer algo a cambio. Al igual que el aire que respiraba, la ropa que vestía, había una palabra de ánimo o un gesto de bondad. 

 Solía pensar en la gratitud como la emoción que siento cuando recibo algo que deseo o necesito. Es bueno y apropiado expresar un sentimiento como este. Cuando alguien me dio algo sin querer nada a cambio, esto transformó mi idea acerca de la gratitud. 

Cuando era un joven estudiante de música, no tenía los fondos para pagar $1000 para el instrumento que necesitaba. Fue un momento muy estresante y corría el riesgo de no poder seguir el ritmo de los demás estudiantes. Un empresario local se enteró de mi situación y financió mi matrícula y la compra del instrumento. 

 Fui a preguntarle al empresario qué podía hacer a cambio - recuerdo la mirada en su rostro – “nada”, es todo lo que dijo. Estaba agradecido por el apoyo y, aún más importante, su generosidad me dio un aprecio general y humildad, porque no podría esperar ese regalo. Y no se me pedía nada a cambio. 

Quería recordar ese sentimiento. Y lo he hecho. Principalmente, me ha ayudado a prestarle atención a las muchas maneras que la vida me apoya sin pedir nada a cambio. También me ha ayudado a ser generoso sin buscar nada a cambio. Me ha ayudado a vivir, ya que sé que hay un poder para el bien en el universo que fluye a través mi, al igual que fluye a través de todos. No solo en los tiempos buenos, sino en todo momento. Cuando recuerdo tomar una pausa, respirar, buscar lo bueno, reconocer y agradecer los pequeños milagros que siempre están presentes, esta práctica me ayuda a seguir adelante, incluso cuando no puedo vislumbrar el otro lado. 

Cuando aprecio el bien que observo, no estoy ignorando las dificultades reales, ni mis necesidades, ni las inmensas tragedias del mundo o las dificultades que experimenta la gente. Me estoy acostumbrando a ser consciente de las cosas más simples que hacen de la vida el misterio que es. Esta costumbre ha desarrollado en mí una actitud de agradecimiento que siento aun cuando no sé qué, cuando, cómo es el regalo o de dónde podría venir. 

Bendiciones,

Dr. Edward Viljoen, líder espiritual

Centros para la Vida Espiritual




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