El mundo está hambriento de tu regalo de gratitud

 


Cuando miro hacia atrás los dos últimos años, tengo una sensación de asombro y admiración por lo que ha ocurrido en mi vida personal, la vida comunitaria de nuestro movimiento, nuestra nación y nuestro mundo. No todo ha sido maravilloso, y no todo ha sido fácil. No todo ha ido conveniente. Si hubiese sabido de antemano lo que serían algunas de estas experiencias, tal vez no lo hubiese deseado. Al vivir algunos de estos acontecimientos, no sentí necesariamente gratitud, aprecio o asombro. Al contrario, experimenté lucha, resistencia y confusión. 

 No obstante, lo que también es cierto es que en todo momento había algo o alguien hermoso, servicial e inspirador en cada paso del camino, sin querer algo a cambio. Al igual que el aire que respiraba, la ropa que vestía, había una palabra de ánimo o un gesto de bondad. 

 Solía pensar en la gratitud como la emoción que siento cuando recibo algo que deseo o necesito. Es bueno y apropiado expresar un sentimiento como este. Cuando alguien me dio algo sin querer nada a cambio, esto transformó mi idea acerca de la gratitud. 

Cuando era un joven estudiante de música, no tenía los fondos para pagar $1000 para el instrumento que necesitaba. Fue un momento muy estresante y corría el riesgo de no poder seguir el ritmo de los demás estudiantes. Un empresario local se enteró de mi situación y financió mi matrícula y la compra del instrumento. 

 Fui a preguntarle al empresario qué podía hacer a cambio - recuerdo la mirada en su rostro – “nada”, es todo lo que dijo. Estaba agradecido por el apoyo y, aún más importante, su generosidad me dio un aprecio general y humildad, porque no podría esperar ese regalo. Y no se me pedía nada a cambio. 

Quería recordar ese sentimiento. Y lo he hecho. Principalmente, me ha ayudado a prestarle atención a las muchas maneras que la vida me apoya sin pedir nada a cambio. También me ha ayudado a ser generoso sin buscar nada a cambio. Me ha ayudado a vivir, ya que sé que hay un poder para el bien en el universo que fluye a través mi, al igual que fluye a través de todos. No solo en los tiempos buenos, sino en todo momento. Cuando recuerdo tomar una pausa, respirar, buscar lo bueno, reconocer y agradecer los pequeños milagros que siempre están presentes, esta práctica me ayuda a seguir adelante, incluso cuando no puedo vislumbrar el otro lado. 

Cuando aprecio el bien que observo, no estoy ignorando las dificultades reales, ni mis necesidades, ni las inmensas tragedias del mundo o las dificultades que experimenta la gente. Me estoy acostumbrando a ser consciente de las cosas más simples que hacen de la vida el misterio que es. Esta costumbre ha desarrollado en mí una actitud de agradecimiento que siento aun cuando no sé qué, cuando, cómo es el regalo o de dónde podría venir. 

Bendiciones,

Dr. Edward Viljoen, líder espiritual

Centros para la Vida Espiritual




No te lo pierdas, síguenos para leer la parte dos de esta serie en tres partes.

Cómo un ratón muerto hizo que dejara de quejarme durante casi todo un día

 


Conocí hoy a una señora cuya sonrisa no concordaba con el resto de su rostro. Estaba cobrando la entrada de un parque nacional, tal vez ya había soportado todo lo que podía soportar del interminable desfile de turistas con sus preguntas, así que la sonrisa de plástico era todo lo que podía manejar con autenticidad. Tal vez simplemente hacía demasiado calor. Tal vez esa era su verdadera y auténtica sonrisa. O tal vez yo solo estaba malhumorado y criticón porque el día anterior tuve otro de esos encuentros de "calidez profesional" en la tienda de Apple. Ya había tenido todo lo que podía soportar del mundo y estaba proyectando mi sistema de creencias sobre la señora de la ventanilla. 

 De camino al parque, oí el sonido de mi teléfono inteligente avisándome que tenía un correo electrónico. Para mi sorpresa, mi energía se disparó al considerar las posibilidades de responder a la invitación que acababa de recibir de la Tienda Apple para hacerles saber cómo había sido mi experiencia de compra allí. Estaba vertiendo palabras en el correo electrónico de respuesta, en mi mente, hasta el punto de que dejé de fijarme en el paisaje desértico único, espectacular y resplandeciente por el que me conducía. Iba a hacerles saber, de la manera más educada posible y a la vez más directa, que no había disfrutado de mi experiencia. Empecé a elaborar las frases exactas que utilizaría para disfrazar mis críticas con un lenguaje de comunicación razonable y no violento, de modo que saliera con la razón y al mismo tiempo fuera reflexivo y no violento. 

 Casi interrumpido 

 Mi compañero de viaje estacionó el automóvil donde íbamos a caminar tres millas en el calor de 60 grados del desierto y listos para una aventura. La parada del motor casi interrumpió la composición del correo electrónico en mi cabeza. Sin embargo, pude atenerme a mi pensamiento: había otro punto válido que necesitaba hacer. Abrí la puerta y, al poner el pie en el polvo del desierto, observé allí mismo un ratoncito del desierto muerto que debía de haber expirado recientemente, quizá por el calor, por causas naturales o bien por causas humanas. 

 A partir de ese momento, dejé de quejarme en mi cabeza, casi durante todo el día, porque allí, ante mí, en el polvo, había algo hermoso, con una colita tupida en su destino final en este mundo. Se me ocurrió lo breves que son algunos encuentros y que yo podría ser el único testigo de este conmovedor instante, el testigo que casi se perdió el momento porque estaba redactando un correo electrónico de queja; porque no le gustó la forma en que le habló un empleado. 

 En el desierto, mientras caminábamos, ahora con mi mente enfocada en la suerte de estar vivo, en la capacidad de caminar, de ver, con tanto privilegio, con más de un día, o una semana, o un mes de vida, comencé a ver el desierto. 

 Me fijé en un manantial, a no más de unos pocos centímetros, que creaba un mundo microbiológico de insectos de movimiento imposible. También me fijé en las abejas. Las abejas, en las profundidades del paisaje seco, zumbaban alrededor de pequeños puntos húmedos de una forma que me pareció alegre. Imaginé lo feliz que sería yo también al encontrar agua en ese lugar en un día como este. 

 Frágil y hermoso 

 En el lecho de un río seco, un árbol que no era de esta zona -probablemente arrastrado por alguna inundación repentina- estaba encajado entre las rocas del desierto. Parecía fuera de lugar. Al igual que el ratoncito, había llegado a su fin sin que casi nadie se diera cuenta. Divisé un insecto y me maravillé de su buena o mala suerte por tener una parte trasera que parecía una frambuesa. Era la única cosa de ese sorprendente color en todo el desierto que podía ver, y se movía con suficientes movimientos erráticos como para evitar lo que fuera que lo considerara comida. Una serpiente, envuelta en un arbusto seco y recién quemado, esperaba pacientemente a que el sol pasara por detrás de la montaña para aliviar un poco el calor y poder llegar a su destino. Y lo más sorprendente, un colibrí. Varios. En el desierto. Sin una flor, ni un aspersor, ni un comedero de néctar colgante en tres millas a la redonda. 

 No, había algo igualmente sorprendente, más que los colibríes. En una curva del lecho seco del río, había un charco, resultado de un lento goteo de alguna fuente subterránea, que con el tiempo acumuló suficiente agua para tener unos 30 centímetros de profundidad. Era una invitación para que el desierto acumulara toda la vida posible en ese lugar. En el charco, en el fondo, manteniéndose bastante quietos, había dos insectos del tamaño de los escarabajos. De vez en cuando, uno salía disparado a la superficie del agua turbia, tomaba aire y se apresuraba a volver con quien supongo que era su pareja. Incluso si solo eran amigos, me maravillaba cómo podía ser que en las profundidades del sediento desierto, en un charco que está aquí hoy y desaparecerá mañana, estos dos pudieran encontrarse y hacer lo que necesitan para expresar sus anhelos vitales. 

 Parecía tan frágil y tan hermoso. Casi me lo pierdo todo. 

 Me pregunto, ¿cuánto me pierdo por ser impaciente, creerme que merezco más que los demás, o ser miope? 

 Hoy, me detendré con más frecuencia para darme cuenta de mi alrededor. 

 Hoy, prestaré atención a lo que tiene corazón y significado.

Bendiciones,

Dr. Edward Viljoen, líder espiritual

Centros para la Vida Espiritual

¿Cómo puede una persona ampliar su consciencia? ¿Y qué es la consciencia?

 


Busquémoslo en el glosario del libro La Ciencia de la Mente del Dr. Holmes, donde la consciencia se define como un estado mental con dos aspectos: la mente superficial y la mente profunda. La mente superficial es donde se encuentra la consciencia, la voluntad, la decisión, la elección, la imaginación. La mente profunda es creativa, incondicional y acepta cualquier cosa que la mente superficial coloque en ella. Entonces, yo interpreto la instrucción de ampliar nuestra consciencia así: Comenzamos con la mente superficial, tal vez al hacer la pregunta ¿con qué lo estoy alimentando? ¿Cuáles son las cosas en que pienso todo el día? ¿Es lo mismo de siempre? ¿Qué es lo que me engancha - y es demasiado estrecho? Empezamos por ahí porque ahí es donde hay espacio para crecer. Hazte más grande allí, y utiliza tu imaginación para deambular en un campo infinito de posibilidades, teniendo en cuenta que tu mente más profunda te acompañará. Así que arriésgate más y atrévete a imaginar una vida

 • en la que los diferentes partidos políticos se hablan con respecto, 

• en la que la falta de vivienda en el mundo se resuelve con amabilidad, 

• en la que los desperdicios excesivos de comida de las naciones desarrolladas se entregan a los hambrientos con amor,

 • en la que las relaciones se forman y se terminan con amor y respeto mutuo, 

• en la que el género, la raza, la edad y todo lo demás se honra con alegría 

• en la que …bueno, es tu imaginación, déjala vagar e imaginar. 

Aquí hay un consejo de Alice, quien dijo, “Pero casi se me olvida que debes cerrar los ojos; si no... no verás nada". Este es un consejo sabio y me recuerda la instrucción de Krishna en el Bhagavad Gita al príncipe Arjuna —que uno no puede ver la gloria de la Divinidad con los ojos ordinarios— y la guía de la Biblia cristiana, ser consciente de no juzgar por las apariencias. 

Debo señalar que ampliar tu consciencia a través de la imaginación no reemplaza la acción en el mundo. No, todos los maestros que he citado fueron impulsores e influyentes. Cada uno entendió la importancia de usar su imaginación mientras desempeñaba su deber en el mundo. En otras palabras, por favor no malinterpretes este mensaje como “siéntate, ignora el mundo y piensa en cosas bonitas”. Sin la comprensión de la unidad, la unicidad y la hermandad con todos, no hay fundación. Sin una exploración sincera de lo que representa la Divinidad para ti y sin comprender la diferencia entre las declaraciones de verdades espirituales y los buenos deseos, una persona se podría volver supersticiosa o podría querer obtener algo de este Universo sin hacer la expansión mental necesaria para manifestarlo. 

 Es muy tentador pensar que la espiritualidad es simplemente el pensamiento positivo. De hecho, el pensamiento positivo sin una fundación de amor, sin entender mis motivos, sin dejar ir la manipulación, se vuelve problemático por el daño que genera. Ahora entiendo la importancia de tener una fundación espiritual sólida al discutir la riqueza, la prosperidad, la abundancia, la justicia social, la equidad, las relaciones raciales, el sesgo de género, la intolerancia religiosa y las cargas que llevamos colectivamente. 

El Dr. Holmes nos dice que debemos aumentar nuestra receptividad al decir algo como esto en nuestro Tratamiento Espiritual Mental. 

 Poseo un bien cada vez mayor y mayor. 
Un bien que siempre está en expansión. 
 No hay límite para mí bien. 
Dondequiera que vaya, veo, siento y experimento este bien. 
 Se aglomera a mi alrededor, fluye a través de mí, se expresa en mí y se multiplica a mi alrededor. 
 
A mi alrededor, las palabras claves para mí en esta meditación, porque me recuerdan que debo imaginar el bien para todos y el mal para ninguno. 

Mis bendiciones, 
Edward Viljoen, líder espiritual 
Centros para la Vida Espiritual

¿Cuál es la sanación para este malestar?

 



(Aquí puedes leer la primera parte de esta serie de artículos en tres partes).

Hay sanaciones prácticas y científicas. Aquí, en los Centros para la Vida Espiritual, nos especializamos en algo más que una sanación; es un retorno a la plenitud espiritual. El Dalai Lama dijo algo parecido a lo que dijo el científico Gus Speth. El Dalai Lama dijo que el progreso material por sí solo no es suficiente.

 "Ninguna cantidad de legislación o coerción puede lograr el bienestar de la sociedad, ya que este depende de la actitud interna de las personas que la componen".

 La actitud interior de las personas es la consciencia de la humanidad, y ahí se encuentra la solución. Esto se relaciona con el punto de vista de los Centros para la Vida Espiritual. Promovemos la transformación global a través de la transformación personal. Creemos que una manera efectiva de cambiar el mundo es inspirar a las personas para que se eleven a su magnificencia espiritual. Todo está relacionado con la idea de que el campo de la Mente es creativo, más que las acciones. No es una idea nueva. El gran maestro, Jesús de Nazaret, enseñó que se nos da según nuestra creencia. Don Miguel Ruiz escribe acerca de la importancia de soñar un nuevo sueño y de usar nuestras palabras con integridad debido a su poder para conjurar nuevas realidades. Así pues, cuando hablamos del poder de nuestros pensamientos, no estamos introduciendo alguna idea nueva que se nos ocurrió ayer. Todo el mundo ya sabe acerca de la naturaleza creativa de nuestros pensamientos. 

Tengo un amigo que no es miembro de un Centro para la Vida Espiritual. Tiene una tradición espiritual diferente. Él cree que la metafísica del nuevo pensamiento puede ser un poco disparatada. Yo le estaba contando de un plazo de publicación que tengo. Él me dijo, “Sabes, cuando yo estaba en la escuela y tenía una tarea para el lunes, me decía a mí mismo ‘esta tarea será entregada a tiempo el lunes’ y confiaba en que todo iba a salir bien, lo cual siempre funcionó”. Así es que yo le contesté, “¿De verdad? ¿Por qué tiene sentido cuando lo dices tú, pero si lo digo yo, es un pensamiento mágico disparatado”? Nos reímos y acordamos que, si uno se enfoca en algo y lo acepta sinceramente, es probable que influya en el resultado de las cosas. 

Ahora bien, no sé por qué él piensa que este tipo de intencionalidad funciona. Sé lo que yo pienso. Creo que es por lo que estamos hechos, por lo que vive en nosotros, por nuestro vínculo con el universo espiritual, porque estamos hechos a imagen y semejanza de aquello que crea, y porque la imaginación es algo hermoso que nos permite pensar cosas que nunca se han pensado antes. Como supuestamente dijo Alberto Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento porque el conocimiento es limitado y la imaginación rodea el mundo. Y se le atribuye a Carl Sagan haber dicho que la imaginación frecuentemente nos puede llevar a mundos que nunca han existido. Pero sin ella, no vamos a ninguna parte. 

Volvamos a la idea de Viviendo la Ciencia de la Mente: debemos permitirnos jugar en el campo de la imaginación. Debemos permitirnos imaginar un futuro más pródigo. Debemos permitirnos aceptar ideas acerca de nuestras vidas que sean superiores a las que pensamos ayer. Debemos permitir que nuestra consciencia deambule libremente y sueñe. ¿Cómo? Al dedicar tiempo todos los días a la expansión de la consciencia.


Ninguno de nosotros recibe de esta ciencia todo el beneficio que debería

 


Me encanta la palabra elevar por qué me recuerda a uno de mis pasajes favoritos del libro      de nuestro fundador, el Dr. Ernest Holmes. 

 “Es cierto que ninguno de nosotros recibe de esta ciencia todo el beneficio que debería”. 

(Viviendo la Ciencia de la Mente, página 339)

 ¿Qué? ¿No estamos recibiendo todo lo que deberíamos? ¿Por qué no?

 El Dr. Holmes explica que se debe a que no permitimos que nuestra consciencia se extienda por el campo de infinitas posibilidades. Por lo tanto, si quieres elevarte, debes permitir que tu consciencia se extienda por el campo de las grandes posibilidades. 

Soy amante de las palabras por el poder que desatan a través de su significado. Extender significa deambular, recorrer, como si se tratara de explorar. Para mí, las palabras del Dr. Holmes significan que no nos elevamos rápidamente por encima de la media, no tanto como podríamos, porque …no nos permitimos extendernos por el campo de mayores posibilidades. Pero esto no es todo. El Dr. Holmes también dice que deberíamos tomarnos cierto tiempo cada día “para la amplificación de la consciencia”.

 ¿Cómo? Al recordar que estamos trabajando en un campo ilimitado. Y eso no es todo. El Dr. Holmes dice que “Nunca debe haber ningún sentimiento de finalización en nuestro auto descubrimiento”. En otras palabras, nunca pienses que este es el final o que esto es todo lo que hay. No, nunca. Luego dice, “No importa cuánto bien experimentemos hoy, debemos esperar más mañana. La expectativa siempre acelera el progreso; la anticipación de que algo mejor viene, ayuda a disolver las sobrecargas de responsabilidades que ahora mantenemos con nosotros”. Aquí tenemos la receta para dejar que nuestro espíritu se eleve por encima de las cargas del mundo. 

 Oh sí, en efecto, hoy en día, parece haber una sobrecarga que llevamos con nosotros. Y puede parecer un lujo desaconsejable estar deambulando por el campo de las grandes posibilidades con un espíritu lúdico cuando hay cosas urgentes que atender. 

Sin embargo, hoy en día, los científicos se están enfocando en la importancia del trabajo espiritual interior. Gus Speth, asesor estadounidense sobre el cambio climático, habló en una entrevista acerca de los desafíos ambientales que enfrentamos en todo este planeta: 

Solía creer que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso de los ecosistemas y el cambio climático. Pensaba que 30 años de buena ciencia podría abordar estos problemas. Estaba equivocado. Los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia, la apatía, y para lidiar con ellos necesitamos una transformación cultural y espiritual. Y los científicos no sabemos cómo hacerlo.

 Pues bien, nosotros, los científicos religiosos, puede que sepamos cómo hacerlo. Debemos permitir que nuestras mentes oscilen por el campo de infinitas posibilidades. Nunca debemos aceptar que este es el final del camino. Debemos elevarnos por encima de la forma habitual de pensar al dedicar tiempo todos los días para realinear nuestro mundo interior con aquel en el que todas las cosas son posibles.

 Pues sí, puede sonar desafiante dejar que nuestros espíritus se eleven cuando hay un malestar profundo en nuestra sociedad. Así es como el maestro budista Thich Nhat Hann escribe lo que está pasando en nuestra sociedad: un malestar profundo, una enfermedad que proviene de la falta de conexión, comunicación y cuidado. Un tipo de vacío dentro de las poblaciones del planeta que tratamos de llenar desde afuera leyendo, comiendo, tomando, comprando, dándonos atracones de televisión o trabajando en exceso. Y absorbemos tanta violencia y tensión todos los días que somos como “bombas de tiempo a punto de explotar, y necesitamos encontrar una cura para nuestra enfermedad”. 

¿Cuál es la cura para este malestar? 

 No te lo pierdas, síguenos para leer la parte dos de esta serie en tres partes.

El momento presente

 

Una meditación contemplativa por el Dr. Ernest Holmes

 Mi libertad está en el eterno ahora, en el momento presente. En este momento presente, no estoy limitado por tradiciones, reglas creadas por el hombre, o estructuras sociales. 

Provengo de la Única Fuente, la Divinidad. La Divinidad me creó con libre albedrío, un regalo que acepto y que utilizó conscientemente. En este momento presente, abandono toda lealtad a cualquier cosa que me limite. Veo las ideas originadas por el ser humano por lo que son, y abro mi mente a las ideas de inspiración Divina. Abro mi corazón a la constancia de la Divinidad. Soy de la Divinidad y es el patrón de perfección que se encuentra en todo. 

 Soy guiado correctamente. El Amor mismo me inspira amorosamente. Abandono todo aquello que me ha impedido abrazar el Patrón Divino de perfección. En este momento presente, permito que el Patrón Divino me motive, me inspire a vivir con valentía y a aceptar y expresar mis sentimientos. 

 En el momento presente, veo el Patrón Divino de perfección en mi vida, y al hacerlo, la alegría y el bienestar surgen en mí. 

 Nada puede interponerse en el camino de mi libertad. Ahora reconozco, que, en términos espirituales, el éxito, la abundancia y la alegría están disponibles para mí en este momento presente. Abrazo la libertad en mi vida, en mi trabajo, en mi mundo y en mi cuerpo. En este momento presente, soy libre de experimentar en mí el Amor Divino y a ampliar mi comprensión de la Divinidad. Lo Divino dentro de mí como yo, es Todo Poderoso, Todo Bueno y Todo Lo Que Es.

Dr. Edward Viljoen
Líder espiritual
Centros para la Vida Espiritual


Cómo despojarse del hábito de la falta de amabilidad

 

En casa de mis padres, lejos del calor de la amabilidad de mi abuela, estaba inmerso en una cultura del sarcasmo. El sarcasmo era el modo habitual de llevarse bien en mi familia. Nadie pensaba que el sarcasmo era desagradable. Más bien, era un signo de ingenio y compromiso. Era la forma en que una persona podía encajar en la familia. 

 Rara vez logró lo que pensaba que haría 

 Para cuando dejé la casa de mis padres, el sarcasmo estaba impreso en mí y se filtraba en cada frase que decía. Afuera, en el mundo, descubrí que el sarcasmo como método de comunicación rara vez lograba lo que yo creía. No rompía el hielo, no disipaba las tensiones, no dejaba claro ningún punto, no siempre ganaba un debate y, en la mayoría de los casos, no me unía a los demás. En cambio, el sarcasmo dañó mi capacidad de conectar con los demás, dejando un ambiente de daño emocional a mi alrededor, en el cual, al otro lado, había un número creciente de personas que dudaban de mi sinceridad y temían hablar conmigo. 

 Maleducado y condescendiente 

 El peligro del sarcasmo es que aleja a las personas y puede lastimarlas. El punto de inflexión llegó cuando alguien me llamó maleducado y condescendiente. Su acusación me hizo echar un vistazo honesto a cómo me estaba presentando, y llegué a la dolorosa conclusión de que, efectivamente, era maleducado y condescendiente. Siempre lo había sido. Empecé a ver como el sarcasmo era poco amable tanto para la persona que lo usa como para aquellos con los que se usa. No sabía cómo dejar de utilizarlo inmediatamente. Más bien, luché como una persona que intenta dejar de fumar —fue una lucha diaria, frase por frase, para eliminar la travesura de mi comunicación y suprimir mis reflejos sarcásticos automáticos. 

 No pude dejar de ser sarcástico de una sola vez

 Cuando recaía, me decía que había un momento y un lugar para todo y que podía emplear el sarcasmo ingeniosamente, de vez en cuando, por ejemplo, al estar con amigos o con colegas cercanos. Era la forma de sobrellevar el hecho de no tener éxito en la increíble y difícil tarea de desprenderme de la falta de amabilidad del sarcasmo. A veces simplemente me daba pereza encontrar una manera más bella de expresarme y me resultaba cómodo volver a los modos familiares de comunicarme. Sin embargo, seguí con ello y, poco a poco, pude despojarme de mi dependencia al sarcasmo. Conseguí ver cómo el sarcasmo podía afectar negativamente a la gente, y pude ver cómo podían prosperar sin él. 

 La intención de lastimar 

 La palabra griega que es el origen de nuestra palabra sarcasmo significa “desgarrar la carne”, y generalmente, la definición de esta palabra señala la intención de lastimar. El sarcasmo me hace llorar ahora y me produce una sensación de malestar cuando veo que otras personas lo utilizan, o cuando siento que quiere salir de mi boca otra vez después de darle la espalda durante tantos años. 

 Siento el mismo dolor y decepción cuando leo los mensajes y comentarios en el Internet, donde el sarcasmo y las groserías descaradas parecen ser la manera natural en que las personas que no se conocen se comunican. Dejo de agregar mis comentarios amables y me quedo en silencio, no porque no tenga nada que decir, sino porque aún no he encontrado la manera de expresarme que sea consistente con la amabilidad. Hasta que pueda decir algo de manera amable, trato de no decir nada. 

 Del libro



Ordinary Goodness, The Surprisingly Effortless Path to Creating a Life of Meaning and Beauty
por Edward Viljoen

Un tiempo de renovación, pérdida y novedad






En su último mensaje de Pascua, nuestro fundador, el Dr. Ernest Holmes, habló de la gran esperanza y expectativa que tenemos de qué continuaremos viviendo en la forma apropiada para la próxima fase de nuestra existencia. 

 Él creía que todo lo que nos hace estar vivos, despiertos y conscientes en esta vida, continuará más allá de la tumba. Nos enseñó que nuestra consciencia es una parte permanente de nuestro ser. Algunos lo llaman el alma. 

 Vive el día a día 

Aunque el doctor Holmes confiaba en que continuaremos siendo parte de la eternidad, nos animó a vivir la mejor vida que podamos hoy. Nos animó a no dejar que nuestro enfoque en el futuro nos robe la experiencia de vivir hoy, en este mundo, en este cuerpo, en cualquier experiencia que estemos viviendo. 

 Esto es algo poderoso que debemos preguntarnos. 

 ¿Cómo puedo hacer surgir lo que vive en mí, en esta situación y en la que sigue? O, ¿qué novedad quiere cobrar vida en mí, en nosotros, en nuestras familias, en nuestras naciones y en nuestro planeta? 

 Mantén el contacto con tu fe 

 Entrevisté a maestros y líderes espirituales de todo el mundo, preguntándoles cuál era la respuesta de su religión a esta pandemia. Hay un mismo tema que atraviesa sus respuestas, que quizá puedas identificar y es el siguiente: Ahora es el momento para practicar lo que hemos estado aprendiendo, de mantenernos en contacto cercano con nuestra fe, y de hacer todo lo posible para renovar nuestro sentido de quién somos, para renovar nuestra convicción en lo que sabemos en nuestros corazones. 

 Este también es un momento para respetar las pérdidas, el sufrimiento y los sacrificios de tantas personas. Mientras algunos de nosotros estamos bien, es importante no olvidar ni minimizar el dolor ni mucho menos el sufrimiento presente en este momento evolutivo. La manera en que navegamos a través de una crisis es la verdadera prueba de lo que creemos. Y es razonable esperar que uno de nosotros se sienta seguro en algún momento dado, mientras que otro se sienta inseguro. Uno está lleno de fe, mientras que otro está ansioso y asustado. Es parte de nuestra tradición darle la bienvenida y abrazar cada experiencia, de aceptar todos los mecanismos de respuesta y supervivencia, porque no hay, ni habrá nunca, una sola manera de responder y abrazar la vida. 

 Sigue la guía del amor 

Ahora, si nos perdiéramos en la tormenta de este evento que está cambiando el mundo, nuestros valores pueden guiarnos hacia nuestro hogar espiritual. Entre nuestros valores está el Amor; el Amor Divino. El amor que no conoce fronteras. El amor que no puede morir. El amor que únicamente dice sí. El amor que se expresa a través de nosotros en este mundo y en el próximo. Así que, no esperes hasta que sea tarde. Sigue la guía de este valor. 

 Cuando Jesús les dijo a sus estudiantes “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”, proclamó una norma para cualquier religión, para ti y para mí. Es así: La manera en que nos comportamos en el mundo, ese es nuestro mensaje, es nuestro testimonio, nuestra demostración, nuestro legado. No solamente en los buenos tiempos, sino también en los malos. La manera en que nos amamos los unos a los otros.

Mis bendiciones,
Rev. Edward Viljoen
Líder espiritual, Centros para la Vida Espiritual

No te quedes ahí sentado, haz algo.



Hoy en día, el mundo enfrenta muchos problemas desafiantes, que incluye el cambio climático, la calidad de agua del planeta, el hambre mundial, una economía aparentemente fuera de control, la deforestación y el racismo, por nombrar algunos. Recientemente, busqué en la web la frase “los 10 principales temas urgentes en el mundo” y descubrí más de una lista imperiosa de llamadas urgentes a la acción. Después de leer unas páginas de estos artículos contundentes, me recliné en la silla, como tantas personas que se sienten abrumadas con la creciente complejidad del mundo y temporalmente paralizados. Quería escaparme de la responsabilidad de hacer algo, y a la misma vez, buscaba en mi mente identificar esa acción que podría tomar hoy para marcar una diferencia. 

 No te quedes ahí sentado, haz algo. 

 En mi niñez, no se toleraba estar sentado sin hacer nada, ya que se consideraba ser perezoso. Si no estabas haciendo algo activamente, no tenías ningún valor aparente. Mi abuelo me decía que soñar despierto era una pérdida de tiempo y lo que el mundo necesitaba era la acción. Para él, no importaba lo que sentías o pensabas con tal de que hicieras algo que contribuyera a la solución. Aunque es gratificante hacer algo significativo, me di cuenta de que mi estado mental y emocional afectaba a mis acciones. Si me sentía cansado, enojado o sin muchos recursos, estas emociones influían en mis actividades. Nunca escuché que mi abuelo hablara de las emociones o de la conciencia interior, solo de la acción. A medida que comencé a desarrollar mi vida espiritual y le dediqué más tiempo a estar sentado en silencio para acceder a mi mente tranquila, la voz de mi abuelo en mi cabeza, empezó a insistir que la práctica espiritual era una manera de esquivar mi deber y evitar las obligaciones sociales.  

Estar en el mundo, pero no ser de él. 

 Mi abuelo temía que si me sentaba quieto, me volvería ocioso y me retiraría del mundo, pero no fue así. En cambio, empecé a responsabilizarme por el tono y la actitud con la cual participaba, ya sea en conversaciones acerca de las especies en extinción, los derechos de las mujeres a gobernar sus cuerpos o cualquiera de los múltiples temas candentes de nuestro mundo actual. Me volví más consciente de cuándo mi mente reactiva llevaba la batuta, dominaba la conversación o creaba imágenes enemigas. Me empezó a llamar la atención mi tendencia a culpar a cualquier asunto por mis palabras poco amables. Se me hizo claro cómo tan fácilmente podía justificar mi búsqueda de cualquier objetivo a expensas de la compasión, la comunicación y la colaboración. He tenido que aprender a sentarme en quietud con estos aspectos volátiles de mi mente, a abrazarlos y, aun así, encontrar mi camino hacia el reino tranquilo debajo de la mente superficial. He tenido que aprender cómo estar en el mundo sin estar a merced de mis reacciones viscerales. 

 No te limites a hacer algo, quédate sentado también

 Ahora me he convertido en mi abuelo, con un pequeño cambio de enfoque. Mi llamada urgente a la acción incluye un recordatorio a mí mismo y a los demás, para sentarnos en silencio contemplativo y confiar en esa quietud interior, como si fuera un consejero sabio. La verdad es que puedo eludir mi responsabilidad de sentarme en silencio tan fácilmente como puedo eludir mi responsabilidad de actuar. Ahora entiendo que sentarme en silencio es la contraparte de involucrarse en el mundo de la forma consciente, y he entendido que no hay manera de tener a uno sin el otro. 

 Por el Rev. Edward Viljoen

 Recursos 

Top 10 Most Important Current Global Issues - The Borgen Project (Los 10 problemas globales más importantes) 
World Economic Forum - Top World Issues (Foro Económico Global, los principales problemas mundiales)
 Social Issues, A Blogger's Perspective (Problemas sociales, la perspectiva de un bloguero). 
Institute for Human Rights and Business Top Ten Issues 2021 (Instituto para los Derechos Humanos y el Comercio, Los diez problemas principales del 2021) 
Humanitarian Efforts through Unicef (Esfuerzos humanitarios de Unicef) 

¿Quieres ser más feliz? Deja de hacer estas diez cosas ahora mismo.


 1. Deja de ver demasiada televisión.  

Hay tanta basura en la televisión y tantos anuncios que nos hacen desperdiciar nuestro valioso tiempo. Tengo amigos que me cuentan que se relajan frente al televisor como una manera de descomprimir después de un día estresante en el trabajo. Por supuesto, estoy comprometido con mis programas favoritos y no dejo de verlos. Sin embargo, si te sientes cansado, vulnerable, abrumado y estresado, lo mejor que puedes hacer es no mirar la televisión. En cambio, puedes salir a caminar —una caminata tranquila, lenta, a cualquier hora del día o de la tarde, sin preocuparte del las condiciones meteorológicas, (por supuesto, ¡ponte un impermeable si está lloviendo!) es mucho mejor que mirar la tele para relajar y revitalizar un alma cansada. 

 2. Deja de privarte de un tiempo tranquilo durante tu día para la reflexión.  
Hay infinitas razones por las cuales las personas me dicen que no pueden encontrar el tiempo para sentarse en silencio. Si no quieres estar en quietud o silencio, vas a encontrar razones concretas para justificarlo y no quiero tratar de convencerte. Yo no conozco tu vida ni tu horario lo suficiente como para determinar cómo podrías encontrar el tiempo para sentarte tranquilo durante 15 minutos. Así es que deja de hacerlo. Deja de privarte de una de las prácticas más nutritivas que conozco. Siéntate. Solo siéntate. 15 minutos al día, a primera hora de la mañana si es posible. Te alegrarás de haberlo hecho. 

 3. Deja de depender exclusivamente de tu propio consejo.
  Otra manera de decir lo mismo es esta: deja de no escuchar a los demás. Deja de no tener ninguna forma de que la sabiduría encuentre su camino en tu mente. Deja de depender de ti mismo y permítete beneficiarte de los consejos sabios (y hasta de los no tan sabios) de las personas que te rodean, los expertos en sus campos, los modelos de conducta y otras personas que te quieren. En su lugar, acostúmbrate a preguntar a los demás qué piensan y cuáles son sus ideas. No tienes que aceptar su consejo y sus opiniones, pero encontrarás que tu mundo se expande y que crece tu sentido de comunidad. Definitivamente, estarás haciendo algo que puede contribuir al sentimiento de felicidad: conectándote con otras personas. 

 4. Deja de criticarte a ti mismo cuando cometes un error.
 Si acostumbras a hablarte a ti mismo de manera autodestructiva y cruel porque consideras que lo que dices es privado, ¡te reto a que dejes de hacerlo! Imagínate que durante una semana todo lo que te dices a ti mismo se transcribe instantáneamente y se imprime por encima de tu cabeza para que todo el mundo lo vea. ¿Estarías dispuesto a mostrar el contenido de tu diálogo interior al mundo? Si eres una de las personas que no dudaría en decir “sí”, enhorabuena! Para todos los demás, acepta el desafío de ser un poco más amable, un poco más amistoso y a tratarte a ti mismo de una manera indulgente y simpática. 

 5. Deja de tratar de cambiar a las demás personas.
  Las expectativas no cumplidas son una fuente importante de decepción e infelicidad, incluso de ira. Podemos evitar mucha infelicidad al ajustar las expectativas que tenemos de los demás. No estoy diciendo que las personas no deben cumplir con sus acuerdos o que no deberían comportarse de manera ética, ¡Tienen que hacerlo! Pero el problema es que no lo hacen. Así son las cosas, las personas son personas. Ajustar tus expectativas no quiere decir que no debes tener normas para ti mismo. Tampoco quiere decir que tengas que sufrir sin protestar o estar sujeto a repetidos acuerdos incumplidos. Aun así, puede significar que tengas una vida más amable e incluso más feliz cuando aceptas que los demás son seres humanos y los tratas con un espíritu de generosidad y amabilidad. 

 6. Deja de esconderte detrás del dicho “yo soy así”. 
 Algunas personas dicen la verdad sin pensar en cómo será recibida. “Solo estoy diciendo mi verdad,” anuncian, y con esa afirmación, se alejan de toda responsabilidad por la estela emocional que dejan tras de sí. Algunas personas hacen lo mismo con su personalidad o preferencias. “Yo soy así", y con esa afirmación declaran que sus elecciones están fuera de control. En el momento de decirlo, pueden experimentar una especie de emoción convenciéndose a sí mismos que es la libertad, pero al final, el impacto que produce en las personas que los rodean empieza a hacer mella en las relaciones. Y cuando las relaciones se ven afectadas, la felicidad huye. 

 7. Deja de menospreciar a los demás.
  Lo sé, es difícil ser tan astuto y ver los defectos de los demás con tanta claridad. ¡Pero no eres el único! Todos vemos los defectos de los demás con gran nitidez. Sorprendentemente, podemos hacerlo y, sin embargo, a muchos de nosotros nos cuesta ver exactamente los mismos errores en nosotros mismos. En realidad, es gracioso. Tanto si tienes razón como si te equivocas con las personas, intenta no menospreciarlas durante una semana. Comienza por abstenerte de utilizar un lenguaje despectivo, y luego avanza hacia un nivel de habilidad más alto para abstenerte de utilizar un pensamiento despectivo sobre otras personas. Sé que tu mente se va a volver loca con el problema de qué hacer con toda esa pesadez en la que quiere meterse, pero me estoy quedando sin palabras aquí, así que dejaré que tú lo resuelvas. 

 8. Deja de desear un pasado mejor. ¡Como si pudiéramos hacer algo para cambiar nuestro pasado! No podemos. ¿O si? Alguien compartió esta idea conmigo, cambiamos nuestro pasado cuando aceptamos nuestro presente. Tuve que pensarlo. Me ayudó tremendamente a dejar ir las cosas y estar presente en este momento. Descubrí que estaba invirtiendo muchos recursos mentales y emocionales repensándolo mientras deseaba que hubiera sido mejor. Qué ráfaga de felicidad dejé entrar en mi vida cuando aterricé de forma más sólida en el momento presente con el mismo peso, altura, riqueza y sabiduría que tengo ahora. Para saborearlo y pasar a algo más. 

 9. Deja de aferrarte con demasiada fuerza.
  Un amigo una vez me dijo que yo era un Klingon. Utilizaba a los guerreros ficticios de Star Trek, ya que su nombre sonaba a algo que yo hacía. Me aferraba a todo y a todos. Aunque nos reímos de la astucia cursi de la frase, nunca olvidé el título. Empecé a observar el efecto decreciente de la felicidad cuando me aferraba demasiado a personas, opiniones, objetos y resultados. Al soltar, o para ser más preciso, al dejar ser activamente, la felicidad empezó a brillar en un lugar de mi vida que antes estaba demasiado ocupado: mi mente. 

 10. Deja de quejarte. 
 Quejarse tiene una energía poderosa; no es brillante y alegre; es pegajosa y desagradable. Hay un momento en el que una persona debe defenderse, y hay momentos en los que hay que atender a las injusticias; y cuando no se han cumplido los acuerdos, hay que ocuparse de ello. No obstante, te reto a que experimentes con la idea de que siempre hay una forma más agradable de decir lo que tienes que decir y de pedir lo que tienes que pedir. ¿Quieres ser más feliz? Haz tu propia lista de las cosas que puedes dejar de hacer como lo hice yo. Esta es la mía. No espero que todos sientan igual que yo; esto lo escribe para mí. ¡Te desafío a realizar tu propia lista y a que defiendas tu felicidad! Después de terminar tu lista de las cosas que ya no vas a hacer, ¿qué tal una lista de diez cosas que puedes hacer? 

¡Lo pienso hacer! 

 Rev. Edward Viljoen, Líder espiritual
Centros para la Vida Espiritual

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