El agricultor ha visto el Ejército Celestial en sus campos. El niño ha jugado con Él. La madre lo ha acuñado en su pecho y el amante cariñoso lo ha visto en los ojos de su amada.
Buscamos la realidad demasiado lejos, haciendo de la sencillez un enigma. No hemos leído los sermones escritos en Las Piedras ni hemos interpretado la luz del amor que discurre por la vida. Volver a una simple comprensión de la Divinidad es una de las primeras cosas y de las más importantes que debemos hacer.
La Divinidad es inherente en nuestra naturaleza; estamos inmersos en Ella. La cuestión es, ¿cuánto de esta naturaleza divina vamos a expresar en nuestras propias vidas? Cada uno de nosotros se acerca a la Divinidad y la expresa según su naturaleza. El científico y el filósofo, el sacerdote y el profesor, el humanitario y el fundador de imperios, todos han captado un destello de la naturaleza divina y cada uno lo expresa en su propia forma.
Adopta un enfoque directo para comprender esto, diciendo simplemente “La naturaleza del Universo es darme lo que pueda tomar. No puede darme más. Lo ha dado todo, y aún no lo he aceptado”. Sin duda, estamos rodeados e inmersos en la Vida Divina, pero solo la parte de la Vida perfecta que entendemos y encarnamos se convertirá en nuestra realidad.
Bendiciones,
Rev. Edward Viljoen
Centro para la Vida Espiritual, Santa Rosa
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