Prentis Hemphill ofrece una definición hermosa: “Los límites son la distancia a la que puedo amarte a ti y a mí simultáneamente.” No se trata de separación. Se trata de conexión que no implique perdernos a nosotros mismos.
Aprender a honrar nuestros propios límites y respetar los de los demás es una práctica de toda la vida. Puede ser desafiante, especialmente cuando hemos heredado normas sociales que premian el sacrificio o el silencio. Pero cuando establecemos límites con cuidado y claridad, empezamos a desaprender esos patrones. Empezamos a estar realmente presentes, con más honestidad y más amor.
Esto no se trata de ser rígidos. Los límites son fluidos. Cambian con el tiempo, con la confianza, con lo que vamos sanando. Sin ellos, perdemos el camino de vuelta a nuestro propio ser. Con ellos, creamos espacios donde ocurre la sanación y florecen las relaciones profundas.
🌿 Esta semana, pregúntate:
¿Cuáles son los bordes que me ayudan a mantenerme íntegro/a?
¿En qué situaciones necesito decir sí con más valentía, o no con más amabilidad?
Y recuerda: Yo creo y mantengo límites que me regeneran. Límites que no me encierran, sino que me sostienen para amar de verdad.
